Recuerdo que en una ocasión estábamos en una firma de abogados dictando uno de los talleres para todo el personal administrativo y los directivos, cuando de pronto note que el celador se acercaba sigilosamente a la puerta para escuchar nuestra intervención y de vez en cuando sacaba una pequeña hoja para tomar apuntes, sin que nadie lo notara. El estaba muy interesado en el tema y aunque fue el único que no tuvo un lugar cómodo dentro del salón, se mantuvo de pie las dos horas que duró el taller. Al finalizar lanzamos la propuesta vendedora de los cursos de sistemas y él fue uno de los primeros en levantar la mano para preguntar si también podía comprarlo, fue entonces cuando nos dimos cuenta de la importancia de lo que hacíamos, cuando me dirigí a conversar con él, me conto que el curso era para él y para su hija porque ninguno de los dos tenía muy buenas bases para usar el computador. Por experiencias como esta es que vale la pena lo que hacemos